Grandes bailarines de tango de la historia

por José, el de la quimera

Los nombres de los primeros bailarines no están en un libro sobre la historia del tango sino en prontuarios policiales. En un diario de 1862 se lee que Daniel Molina, Feliciano Orsine, Rufino Olguín y José Sandoval, con las mujeres Catalina Barsolo y Francisca Díaz fueron presos a la comisaría por estar bailando y tirando cortes … que les estaba prohibido. Pioneros para recordar; tal vez suceda lo mismo con las actuales milongas clandestinas :>). Luego, a fines del siglo XIX y principios del XX podemos nombrar a “Mascarita” Filiberto, el padre del autor de “Caminito”, Arturo Navas, al actor “Elías Alippi” y Enrique Saborido, el autor de “La Morocha”. Entre los “cajetillas”, que llevaron el tango a París están Jorge Newbery, el de lo de Hansen (ver el artículo “Las primera milongas: Lo de Hansen”), Ricardo Güiraldes, el gran escritor, autor del libro “Don Segundo Sombra” y Vicente Madero. Bailarinas hay muchas, recordamos a María Rangolla, de la milonga “María La Vasca” (ver el artículo “Las primera milongas: María la Vasca”), Joaquina Marán (la China) a la que Bergamino dedicó el tango “Joaquina”. El más famoso, no el mejor según mi opinión, es José Ovidio (Benito) Bianquet al que le dedicaron los tangos “El Cachafaz” y “Bailarín Compadrito” de Miguel Bucino (también bailarín experto), que todos bailamos y que empieza así:
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Vestido como dandy, peinao a la gomina
y dueño de una mina más linda que una flor,
bailás en la milonga con aire de importancia,
luciendo la elegancia y haciendo exhibición.

pero, como es un tango, termina así:

Pero algo vos darías por ser sólo un ratito
el mismo compadrito del tiempo que se fue,
pues cansa tanta gloria y un poco triste y viejo
te ves en el espejo del viejo cabaret.

No importa, bailemos hasta que se pueda!

Oscar Larroca lo canta así:
De la primera película argentina sonora, el Cachafaz,
bailando con Carmencita Calderón:
El Cachafaz murió en Mar de Plata a los 47 años, a las 23.15 del 7 de febrero de 1942, bailando, a esa hora, con Carmencita Calderón, que vivió más de 100 años y bailando siempre; no me creen? Vean esto:

Sí, bailando con Jorge Díspari, en el 2005, en “la Baldosa” del barrio porteño de Flores. Murió ese año!. Como dice José Gobello: “… la verdad no está en el almanaque. La verdad está en el tango que le escribí (“La piba sin tiempo”, 1974): Carmencita Calderón, vos sos la piba sin tiempo, milonguera de alto rango, sos eterna como el tango que te lleva en su compás...
Para recordar, también el “Tarila” (José Giambuzzi), “El Pibe Palermo” (José María Baña) y el vasco Casimiro Aín que, dice la leyenda, bailó para el Papa Pio XI, que aprobó el tango, menos mal!. Una mención especial para Bernabé Simarra que nació en 1870 y fue llamado “El Rey del Tango”, que bailó y enseñó en París, Venecia y Barcelona, hizo una fortuna y la dilapidó. Murió en la miseria en Montevideo. Cesar (Tito) Lusiardo fue actor y bailarín y se lo ve en muchas películas con Carlos Gardel. Vivió en la calle Corrientes nr. 1515, donde se puede ver una placa que dice: Aquí vivió Tito Lusiardo, actor, bailarín y entrañable porteño. Homenaje de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si pasan por ahi, en frente del Centro Cultural San Martín, la van a ver. En los 40 hay que nombrar a “Petroleo” (Carlos Estévez), gran “filósofo”, cuando dice: Cuando me jubilé del banco vendí mi casa y con esa plata seguí jugando. ¿Para qué la quería? Tangos, carreras y alguna mujer. No hay que agarrar la vida en serio. Yo viví como quise. Se puede vivir en serio con trabajo y honestidad, pero no es tan divertido. Uno tiene que vivir sus sueños, ahí está la verdad. Es así nomas, o no?
En los 50 aparece el creador del tango escenario: Juan Carlos Copes, que con su compañera María Nieves lleva el tango a Broadway en 1985 y hace revivir el baile en todo el mundo. Luego: Gloria y Eduardo Arquimbau (se los ve a veces en el Club Sunderland), los Rivarola, los Dinzel, todos bailarines de escenario principalmente, y los “milongueros” José Vazquez (“Lampazo”), Jorge Orcaizaguirre (“Virulazo”) y Domingo Monteleone (“Pepito Avellaneda”), este, gran bailarín de milonga. Y entre las mujeres, Beba Bidart, actriz y cantante también. Sin embargo, he nombrado a bailarines conocidos y omito a muchos mejores que estos, como por ejemplo el “Ruso Elías” (Elías Borovsky) que bailaba tango social. Los nuevos ya son conocidos y nos lo voy a mencionar. Solamente voy a decir que algunos introdujeron el tango nuevo, que fue un fracaso, no porqué sea esteticamente feo, sino porque no se adapta al tango social y requiere mucha práctica. Lo que se ve en algunas milongas es un burda imitación de los maestros y roza lo ridículo. Además, opino que los últimos nuevos bailarines, y estoy hablando de pibes de 20 a 25 años, han superado a muchos de estos que enseñan tango en Europa y
Bernabe Simarra dando clases de tango (ca 1915)
demuestran una gran elegancia, postura y pisada. Hay mucho “verso” y los principiantes tienen que pagar ese precio antes de darse cuenta por “donde viene la mano” en el tango. Tal vez, Vicente Madero Álzaga bailaba así ya en los años 10 del siglo XX y fue el mejor. Nació en 1885 y murió en 1946. Dice Gobello:

Vicente fue un jailafe total. Morocho, alto, esbelto, vestía trajes oscuros y corbatas negras. Fabricaba su propia gomina y luego de aplicársela se sujetaba el cabello con una toalla, o una media, para ajustarlo a la cabeza. Era tan exquisito que mandaba lustrar las suelas de sus botas porqué – sostenía – al cruzar las piernas debían lucir brillantes. Estas y otras cosas me contó su hija Malú Madero de Fernandez Ocampo, cuando, en 1979, pude entrevistarla gracias a Puyeta Videla Dorna. Como bailaba el tango su padre? pregunté entonces a doña Malú. “No con firuletes – contestó – Era un tango caminado. Recuerdo que me decía, cuando enseñaba a bailar. Tenés que tranquear largo”. Puyeta acotó: “Tranquear largo y saber agarrar a la mujer. Pero era un tango elegante, fino, aristocrático.

No hay videos lamentablemente, quien tuviera el túnel de tiempo. El de Madero y el del Cachafaz eran dos estilos distintos, uno “aristocrático” y el otro “pebleyo” o popular si se quiere, ya que este último realizaba muchos cortes y quebradas, rozando el “verduleo”.

Pablo Veron y una quebrada en la pelicula “Fous des Folies”.

Recordaba la escritora Victoria Ocampo:

Llegó la época en que todos los jueves, lloviera o tronara, entraba a casa, seguido por sus acompañantes, “El Pibe de la Paternal”, Osvaldo Fresedo. Se bailaba tango la tarde entera. Los campeones de estas memorables jornadas eran Ricardo Güiraldes y Vicente Madero. Este último era un genio en la materia y no creo que nadie haya llegado a superarlo. Cuando caminaba el tango, todo su cuerpo, al parecer inmóvil, seguía elásticamente el ritmo, lo vivía, lo comunicaba a su compañera que, contagiada, obedecía a ese perfecto y acompasado andar. Poco importaba entonces que las palabras de aquellos tangos fueran dramáticamente sentimentales. Estaban redimidos por bailarines tan perfectos como Vicente y Ricardo.

Vicente Madero
Imaginamos a la distancia en el tiempo lo que vio Victoria Ocampo. Yo veo caminar a algunos jovenes de ahora y me imagino a Madero. Vean estos bailarines en Club Sunderland:

No parece, pero es una piba:

Privilegiemos la elegancia y la postura y evitemos el tango verdulero, carente de ritmo, síncopas y cadencias (el tranquear con musicalidad), que se ve en muchas milongas. Recuerdo que “verduleros” se llamaba a aquellos bailarines que descuidan estos aspectos del baile y la musicalidad, y hacen solo figuras o caminan como autómatas haciendo “corriditas”.

Terminemos este artículo con un poco más de historia. El director de orquesta Manuel Pizarro nos cuenta cuando debutó en el cabaret “El Garrón” en París en los años 20, donde Vicente Madero (que fue cónsul argentino en Francia) bailaba: Por el 22 o 23, tocó en mi orquesta el luego famoso Juan José Castro, lo hacía para pagarse los estudios en París. Llegó el día del debut y el momento de subir al palco. Yo tenía un nudo en la garganta, se hizo silencio al apagarse las luces y hubo muchos aplausos. Oí a Vicente Madero gritar ¡Viva el tango argentino! y todos los compatriotas presentes lo imitaron. Empezamos con "La morocha", en total hubo que tocarla ocho veces, luego "El choclo", "La catrera", "Derecho viejo" y no recuerdo más.

Este tango, de Manzi y Herreros, cuenta la muerte del bailarín “Ramayón” por el ñato Posse, ya que ambos se disputaban el amor de Joaquina Marán, que además de ser amante de los dos, lo había sido de Mariano “Maco” Milani y de Pablo Podestá, actor, cirquero y cantor. Bravas las bailarinas de antes! Anticipando los tiempos nuevos.

Resuenan en baldosas los golpes de tu taco,
desfilan tus corridas por patios de arrabal,
se envuelve tu figura con humos de tabaco
y baila en el recuerdo tu bota militar.
Refleja nuevamente tu pelo renegrido
en salas alumbradas con lámparas de gas,
se pliegan tus quebradas y vuelven del olvido
las notas ligeritas de Arolas y Bazán.

Y me olvidaba de Cadícamo, cuando no? con su “Tango de Ayer” que finaliza así:

Aquel tango de smoking embrujó a la mujer,
fue Vicente Madero bacán y bailarín
y Carlitos Gardel rival de Chevallier
y un maestro de lujo
llamado el "Vasco Aín".

Adriana Varela lo canta así:
Fuentes

Gobello, José, 2008, Mujeres y hombres que hicieron el tango, Ediciones Libertador.

Tango Nuestro, Diario Popular, Buenos Aires, 1997.