Nelly Omar. Malena canta todavía

por José, el de la quimera

"Malena canta el tango como Ninguna". Ella dice que Homero Manzi le dedicó el tango "Malena". Si no es "Malena" seguro que es "Ninguna": "no habrá ninguna igual". La realidad revela que Nelly Omar, que va a cumplir 100 años el ( próximo ) 10 de septiembre, fue la compañera sentimental de Manzi por muchos años. Sí, es verdad, que Manzi le dedicó los tangos "Ninguna" , "Solamente ella" y "Su carta no llegó". La biografía detallada de Nelly Omar la pueden encontrar en Wikipedia en español, así que no voy a transcribir ese texto, que pueden leer en internet. Sí, son interesantes algunos aspectos de la vida de la cantante que son poco conocidos. Nelly, o Nilda, es hija de un genovés, Marcos Vattuone, que tocaba la guitarra y organizó en 1918 la actuación del dúo José Razzano-Carlos Gardel en el teatro de Guaminí (provincia de Buenos Aires). Nelly tenía 7 años y quedo impresionada por "El Zorzál". Fue gran amiga de Evita, que conoció antes que Perón, cuando las dos tomaban clases de aviación. Cuando cae el gobierno de Perón en 1955, Nelly fue registrada en las "Lista Negras", junto con "Tita Merello" y otras personalidades contrarias al gobierno militar golpista, y se exilió por unos años en Uruguay Y Venezuela. En los últimos años, a pesar de su edad, Nelly Omar sigue cantando y ha recibido numerosos premios, el último es el premio "Pablo Podestá" en el Senado de la Nación Argentina en el año 2010.

Se la llamó alguna vez "la Gardel con Polleras",
aunque la verdadera versión femenina de Gardel
fue Mercedes Simone, voz de registro grave,
comunicatividad y exacta afinación, la más perfecta
interprete femenina de tango.

Dijo Nelly Omar:

El mío era un pueblo como todos los pueblos. Tenía una iglesia, una municipalidad y su plaza. Había una laguna de la que se sacaban pejerreyes hermosos. Éramos cinco varones y cinco mujeres. Yo soy la séptima. Pero ahora, no queda nadie.

Mi papá era amigo de Gardel. En una gira que hizo, vino a mi pueblo y mi papá lo hizo cantar en el Teatro del pueblo. Cuando terminó la función, vinieron a casa. Estaban en el hall, pero los chicos –yo tendría unos cinco años- no podíamos estar en esas reuniones. Tengo la imagen a través de la cerradura. Vi un balde con una botella y vi a un señor gordo, de traje, con un peinado con raya al medio. ¡Era Gardel! Luego, lo seguía en los teatros y en el cine.

Me casé la primera vez en el 35 para irme de mi casa, pero me ensarté. A los dos meses ya estaba separada, pero viviendo bajo el mismo techo. Estuve así ocho años. En esa época, la gente no se separaba. Y cuando decidí romper con ese desgraciado, mi familia estuvo cinco años sin hablarme. Él era un maricón de mierda, al que todo le importaba un bledo. Era un malandra.

Luego se casó con el compositor de folclore Aníbal Cufré, que tenía una familia paralela en la provincia de San Luis. Yo estaba enamorada de él, hasta que un día me enteré de todo por un telegrama. Ese mismo día lo eché de patitas a la calle.

Conoció a Evita en los años cuarenta. Las dos veníamos de la radio y ella todavía no conocía a Perón. Nos hicimos muy amigas. Un día, ella me dijo: ‘Vamos a hacer una confidencia. Yo te quiero contar cómo fue mi vida triste. Y vos me contás la tuya, pero queda entre nosotras’. Así fue. Las dos respetamos el pacto.

Y Homero Manzi?: Yo fui el gran amor de él. No sabía qué hacer para seducirme y yo no le daba bolilla. Una vez, cuando volvió de México, me trajo una valija llena de joyas, oro y diamantes. Me salió la Nelly Omar y le dije: “¿Vos qué te creíste? Pensás que me vas a comprar con toda esa porquería. Llevásela a tu mujer y hundite con ella”. Quería que se mate, que se muera, no me importaba nada. Él había prometido separarse y no lo hizo. Después me mandó a buscar cuando se enfermó.

A mí me importa un bledo que Manzi me haya hecho o no Malena. ¿Sabés qué hizo cuando estaba enfermo? Le pidió al médico que liberara el hospital de parientes y me citó una noche a las cuatro de la mañana. No quería soltarme la mano. Su mujer me odiaba. ‘Antes que verte con ésa, prefiero verte muerto’, le decía. Y hacía caso el muy cobarde.

Filosofa sobre la muerte: Estoy deseando que llegue porque yo soy inútil, pese a que todavía puedo cantar. Todos están hablando de mi cumpleaños y del Luna Park. ¿Sabés qué tengo ganas de hacer? Esconderme en algún lado durante esos días y que nadie me encuentre. Una mujer que piensa como yo, que habla como yo, no puede terminar sus días sentada en una silla. Pero la gente nunca ve más allá. Todos dicen: ¡Qué maravilla, qué bien que estás! Piensan que es una bendición, pero es una desgracia que la cabeza te carbure tan bien. No es fácil vivir como yo, con la cabeza tan clara. Los años te echan a jorobar. La gente no sabe nada y cada vez me aburren más las cosas que dicen. Todos hablan de lo caro que está el mercado y nadie te cuenta sobre el último libro que leyó. Hay otras cosas además de cantar. Vos actuás una hora y la gente no se acuerda más de vos. Cuando terminás, volvés a tu casa y estás sola.

Quisiera alguien que me ame y que después de un concierto me diga: “Nelly, qué bien estuviste”. Tomaríamos un té y seríamos felices. Pero es demasiado tarde para todo eso.

Como ven, nadie es feliz completamente, aunque se puede decir Nelly Omar es una mujer excepcional, teniendo en cuenta el tiempo en que vivió, donde la mujer estaba sometida. Como Tita Merello, era dueña de su vida e hizo lo que quiso con su vida sentimental. Es una de las pocas personas vivientes, junto a Juan Carlos Godoy y Horacio Salgán, que conoció a Gardel; incluso vivía cuando Angel Villoldo, "el papá del tango" y Eduardo Arolas triunfaban en París. Fue testigo de la historia del tango y sus personajes. Quien pudiera viajar en la máquina del tiempo y haber visto lo que ella vió, desde la época de la "guardia vieja", pasando por la "época de oro del tango" hasta el presente, en que el tango bailado triunfa en todo el planeta. 

Nelly Omar canta "Ninguna" en la década del 40
Nelly Omar canta "Sur", de Manzi, a los 99 años
Para comparar, Mercedes Simone canta "Ambición", de Sciammarella, con la orquesta de Carabelli, en 1939
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